sábado, 10 de diciembre de 2011

Alassane Kere

Mi nombre es Alassane, mi apellido Kere. Nací en la costa de Marfil en 1972, de padre burkinabés, en la maternidad de Marcory, un barrio de Abdijan. En este país las mujeres al dar a luz tenian que presentar el documento de identidad de sus maridos, como mi padre estaba de viaje mi madre tuvo que coger el de un hombre que se llamaba Sawadogo. Mi padre a su vuelta fue con su documento de identidad, pero yo ya estaba reconocido como el hijo se Sawadogo.
Es a los siete años, al inscribirme en la escuela primaria, que llegó el momento de arreglar todo, no podía seguir siendo el hijo de Sawadogo, debía iniciar todos los tramites de nuevo en el juzgado de lo civil, si no yo pasaría a ser un niño sin identidad. Realidad que afecta a un buen número de niños en África. Mientras, no podía ir al colegio, dejarme solo en casa era un aburrimiento, me tuvieron que mandar con Mualim, un maestro de la escuela coránica, porque allí no hacía falta estar registrado. Lo pasé bien, hice muchos amigos, aunque sus enseñanzas no sirvieron de gran cosa, ya que muchos toman alcohol, otros son católicos... en fin, cosas raras de la vida.
La vida no iba bien en Costa de Marfil y mis padres deciden regresar a Burkina (en esa época llamado Alto Volta). Mi padre estaba enfermo y nada más llegar a Burkina muere de cáncer, dejando esposa y siete hijos, tres de ellos de corta edad. Papá no tenía nada en Burkina, ni casa, ni dinero dejaron para nosotros. Mi madre sufre porque estamos en la casa de la hermana de mi padre. Mi tía nos aguanta algunas semanas, ya que ellos también eran muchos, y al final nos fuimos de alquiler, pero mi madre no podía pagar. La "gran familia"queria casar a mi madre con el hermano pequeño de mi padre, como manda la tradición, (somos de etnia bissa, que representa un 7% de la población), pero mi madre se negó y la declararon "non grata" en la familia de mi padre. Mi madre se puso a vender zanahorias para sacarnos adelante. Yo llegué a licenciarme en Ciencias Políticas en la Universidad de Ouagadougou.
Llegué a España en 1997 en avión. Sólo, sin conocer el idioma. Como muchos jóvenes africanos, me vine aquí en busca de una vida mejor y respirando lo que no hay en África: LIBERTAD. Los gobiernos africanos son en gran medida corruptos.
Mis comienzos en Europa fueron complicados, desconocía el idioma y carecía de trabajo. Pasé tres años sin papeles, fui al calabozo, por primera vez en mi vida, por falta de medios suficientes para vivir en territorio español. Enseguida encontré gente buena que me ayudó a salir adelante y a ganarme la vida de manera honrada. En 2008, con toda la vida resuelta: residencia legal y trabajo fijo, decido dejarlo todo y volver a África.
Viviendo aquí no pensaba solo en el dinero, sino en erradicar la miseria. Lo que me dolía es ver que el pobre es pobre en todas partes del mundo, incluso aquí. En Ouagadougou siempre he vivido en un barrio de gente pobre y humilde. Cada año al volver a mi país en vacaciones, veía la situación en la que los niños son tratados en África. Todos mis esfuerzos siempre iban dirigidos a llevarles ropa y juguetes donados en España, para luego llenar el patio de la casa de niños, y no sólo entregarles todo lo material, sino darles afecto, cercanía, interés... Si un niño está contento yo lo estoy, independientemente de cualquier otra cuestión personal que me pueda afectar. Ellos son una parte de mí. Mi historia me ha demostrado que la gente tiene en el corazón todo el interés que se ha demostrado por ellos, y con el paso de los años te devuelven lo recibido con creces.
Convicción. El proyecto que quiero emprender no viene de una ilusión, sino de la certitud de que los niños necesitan un hogar para desarrollarse integralmente.

No hay nada más bonito que poder comprobar con los propios ojos una realidad para poderla valorar. Os invito a cada uno de vosotros a venir a Burkina para ver lo que estamos haciendo y vividlo en directo.